domingo, 9 de abril de 2017

El final del Camino

Hemos sobrevivido.
Hemos conseguido acabar el Camino y la tarea no era fácil. Mover a un grupo de 186 personas, darles de comer, cuidarles, etc. es una misión titánica.

La entrada a Santiago junto a todo el grupo de chavales, sus cánticos, su cara de emoción son cosas que ya han quedado grabadas en mi corazón.

Para que os hagáis una idea de que lo que supone está experiencia para nuestros chavales os voy a poner un ejemplo:
Carmen, una de nuestras alumnas de FP, término la penúltima etapa con los pies repletos de ampollas. Hizo un esfuerzo tremendo para cubrir los 20 km que separan Pedrouzo de Santiago y cuando estábamos a 500 m de la Plaza del Obradoiro sufrió un desvanecimiento.
Lejos de rendirse, no dudó ni un segundo en que tenía que llegar. La asistimos, refrescamos un poco, cargamos con su mochila y logró continuar. A los pocos pasos ya quería su mochila porque según sus propias palabras "quiero entrar con mi mochila puesta". En cuanto alcanzamos la plaza se la entregamos, con lágrimas en los ojos por la emoción y entre los vítores de los compañeros que ya se encontraban al pie de la catedral logró concluir su Camino.

El Camino es un reto de superación personal, es compañerismo, saca lo mejor y lo peor de las personas. En una semana estos chicos y chicas sufren un carrusel de emociones que les deja marcados para siempre.

Para que os hagáis una idea de la magnitud os dejo unas cifras:

  • 150 km
  • 175.000 pasos. 25.000 pasos por día aproximadamente.
  • 1.300 desayunos servidos.
  • 9 horas dedicadas exclusivamente a curas (ampollas, contracturas, dolores musculares, etc.) 1,5 h por día, 6 días de curas con hasta 5 profesores curando a la vez.
  • 8 tubos de antinflamatorio en crema.
  • 3 cajas de naproxeno.
  • 4 cajas de guantes de látex y vinilo.
  • Cientos de litros de leche y zumo.
  • Otros tantos kg de fruta, galletas, pan, embutido y bollos.

A pesar de todas las dificultades que ofrece un grupo tan numeroso, yendo con tanta gente es imposible aburrirse, por muy triste que estés siempre encuentras a alguien con quien echar el rato.
A los profes el único tiempo que nos queda para descansar son las escasas 7 h que dormimos cada noche, pero con todo no hubiera prescindido de ni una sola de las personas que han venido con nosotros.

Quiero hacer una pequeña mención a la única persona que no ha logrado terminar el Camino. Por razones médicas Iván, un alumno de bachillerato, tuvo que irse de vuelta a Madrid. Sus compañeros no le olvidaron en ningún momento.

Antes de cerrar esta serie de entradas dedicadas al Camino quiero dar las gracias a todas las personas que lo han hecho posible:

A Pinilla, Juan Luis y Miguel Ángel por asistirnos con maestría y precisión desde la furgoneta.
A Lidia por ser la madre de todos y cuidar de todos los detalles.
A Álvaro por su humor y establecer el ritmo adecuado en cada etapa.
A las Marías por poner el toque femenino y el cerebro entre tanto descerebrado.
A Jesús por poner a nuestra disposición la templanza que sólo tienen los que poseen su experiencia.
A Isa por curarnos como sólo ella sabe hacerlo.
A José y Nano por estar siempre dispuestos para cualquier tarea. Desde curar un pie hasta la ingrata misión de cerrar un grupo.
A Fito por aguantar como un jabato a pesar de sus molestias en el tendón de Aquiles y por conectarnos a las redes a diario.
Al equipo de pastoral del cole por todo el trabajo previo al Camino.
A Santi porque sólo él tiene esa capacidad para guiarnos con mano derecha e izquierda a partes iguales.
A los chavales por que sin ellos nada de esto tendría sentido.
Por último, quiero agradecer especialmente su apoyo a mis compañeras Belén y Patricia. Dos novatas en el Camino que han estado a la altura del más experimentado veterano. Dispuestas a realizar cualquier tarea y poniendo el alma en todo lo que hacían. Ha sido muy emotivo ver vuestras caras al llegar a Santiago.

Cuando mis amigos me han preguntado que has hecho en el Camino les respondo: he caminado, mucho, he dormido poco, he curado pies y he escuchado quejas de todo tipo.
Algunos ponen cara de asombro y me dicen: ya no vuelves, no?
La respuesta la tengo clara: volvería mañana mismo.

Os dejo una foto:



Darle duro!


4 comentarios:

  1. Estoy muy orgulloso de mis compañeros de trabajo y mis alumnos. Es un lujo ser profesor con ellos.

    Gracias Carlos por escribir lo que siento cada día.

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  2. Lo mismo digo. Orgullosa y emocionada de tener unos compañeros tan entregados y que tanto se han dado a los chicos, nuestro mayor tesoro. Enhorabuena y muchas gracias, Carlos, por compartirlo con todos

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